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jueves, 24 de mayo de 2018

Histología Regulación de las funciones corporales Rep. Dom.

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El sistema nervioso dirige la actividad del sistema muscular, con lo que proporciona la locomoción. También controla la función de muchos órganos internos a través del sistema nervioso autónomo y nos permite percibir nuestro entorno externo e interno y ser seres inteligentes, de manera que podamos obtener las condiciones más ventajosas para la supervivencia.

Los sistemas hormonales controlan muchas de las funciones metabólicas de las células, como el crecimiento, el metabolismo y las actividades especiales asociadas a la reproducción. Las hormonas se segregan en el torrente sanguíneo y se transportan hacia los tejidos a través del cuerpo para regular la función celular. Protección del cuerpo. El sistema inmunitario proporciona al cuerpo un mecanismo de defensa que lo protege frente a invasores externos como las bacterias y los virus, a los cuales está expuesto cada día.

El sistema tegumentario, formado principalmente por la piel, proporciona protección frente a las lesiones y defensas frente a los invasores externos, así como protección frente a la deshidratación de los tejidos subyacentes. La piel también sirve para regular la temperatura corporal. Reproducción El aparato reproductor permite la formación de nuevos seres como nosotros. Incluso esta función puede considerarse una función homeostática, ya que genera nuevos cuerpos en los que pueden existir billones de nuevas células en un medio interno muy bien regulado. Sistemas de control del organismo (p. 6) El cuerpo humano posee cientos de sistemas de control que son esenciales para la homeostasis. Por ejemplo, los sistemas genéticos actúan en todas las células para controlar las funciones tanto intra- como extracelulares. Otros sistemas de control actúan dentro de los órganos, o a través de todo el cuerpo, para controlar las interacciones entre los órganos. Organización funcional del cuerpo humano y control 5 del «medio interno». La regulación de las concentraciones de oxígeno y dióxido de carbono en el líquido extracelular es un buen ejemplo de los múltiples sistemas de control que actúan juntos. En este ejemplo, el aparato respiratorio actúa en colaboración con el sistema nervioso. Cuando la concentración de dióxido de carbono en sangre aumenta por encima de lo normal, el centro respiratorio se excita haciendo que la persona respire de forma rápida y profunda. En consecuencia, aumenta la espiración de dióxido de carbono y, por tanto, su eliminación de la sangre y del líquido extracelular hasta que la concentración vuelve a la normalidad. Valores normales de los principales componentes del líquido extracelular.   

Para regular la concentración de dióxido de carbono, sabemos que una alta concentración de dióxido de carbono en el líquido extracelular aumenta la ventilación pulmonar, lo que a su vez disminuye la concentración de dióxido de carbono hacia valores normales. Este es un ejemplo de retroalimentación negativa; cualquier estímulo que intente modificar la concentración de dióxido de carbono será contrarrestado por una respuesta que influya negativamente en el estímulo desencadenante.

El grado de efectividad con el que un sistema de control mantiene constantes las condiciones depende de la ganancia de la retroalimentación negativa. La ganancia se calcula aplicando la siguiente fórmula: Ganancia ¼ Correccion =Error Algunos sistemas de control, como aquellos que regulan la temperatura corporal, ofrecen ganancias de retroalimentación que pueden llegar hasta –33, lo que implica que se necesita un grado de corrección 33 veces mayor que el error residual. Los sistemas de control anterógrado se anticipan a los cambios. Al existir muchas interconexiones entre los sistemas de control, el control total de una función corporal concreta puede ser más complejo de lo que podría explicarse por una simple retroalimentación negativa. Por ejemplo, algunos movimientos del cuerpo se producen con tanta rapidez que no existe tiempo suficiente para que las señales nerviosas se desplacen desde algunas partes periféricas del organismo hacia el cerebro y, después, vuelvan hacia la periferia a tiempo de controlar los movimientos. Por lo tanto, el cerebro debe aplicar un control anterógrado para producir las concentraciones musculares necesarias.

Las señales nerviosas sensoriales procedentes de las partes en movimiento informan retrospectivamente al cerebro sobre si se ha ejecutado correctamente el movimiento apropiado, tal como ha sido diseñado por el cerebro, Si no ha sido así, el cerebro corrige las señales anterógradas que enviará hacia los músculos la próxima vez que se necesite ese movimiento.
Este tipo de control también se conoce como control adaptativo y, en cierto sentido, es una retroalimentación negativa diferida. A veces, la retroalimentación positiva puede causar ciclos viciosos y muerte; otras puede ser útil. Un sistema que utiliza la retroalimentación positiva responde a una perturbación con modificaciones que la amplifican y, por tanto, conduce a una inestabilidad más que a una estabilidad. Por ejemplo, una hemorragia intensa puede reducir la presión arterial hasta un nivel en el que el flujo sanguíneo hacia el corazón no sea suficiente para mantener un bombeo cardíaco normal. Por tanto, la presión arterial se reduce todavía más, lo que a su vez disminuye el flujo sanguíneo hacia el corazón y provoca una debilidad aún mayor de dicho órgano. Cada ciclo de esta retroalimentación provoca una reacción mayor del mismo tipo, lo que constituye un ciclo de retroalimentación positivo o un ciclo vicioso.

En algunos casos, el organismo usa la retroalimentación positiva para su propio beneficio. Un ejemplo de esto es la generación de señales nerviosas. Cuando la membrana de la fibra nerviosa se estimula, se produce una pequeña pérdida de iones sodio hacia la célula provocando la apertura de más canales, una mayor entrada de sodio, más modificaciones del potencial de membrana, etc. Por tanto, una ligera pérdida de sodio hacia la célula se convierte en una explosión de sodio que entra en el interior de la fibra nerviosa, con lo que se crea el potencial de acción nervioso.

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