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Un IMC elevado es un importante factor
de riesgo de enfermedades no transmisibles, como las siguientes:
Ø
las enfermedades cardiovasculares
(principalmente las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares), que
fueron la principal causa de muertes en 2012;
Ø
la
diabetes;
Ø
los trastornos del aparato locomotor (en
especial la osteoartritis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones
muy discapacitante), y
Ø
algunos cánceres (endometrio, mama,
ovarios, próstata, hígado, vesícula biliar, riñones y colon).
El riesgo de contraer estas enfermedades
no transmisibles crece con el aumento del IMC.
La obesidad infantil se asocia con una
mayor probabilidad de obesidad, muerte prematura y discapacidad en la edad
adulta. Sin embargo, además de estos mayores riesgos futuros, los niños obesos
sufren dificultades respiratorias, mayor riesgo de fracturas e hipertensión, y presentan
marcadores tempranos de enfermedades cardiovasculares, resistencia a la
insulina y efectos psicológicos.
Actualmente, muchos países de ingresos
bajos y medianos están afrontando una «doble carga» de morbilidad.
Ø
Mientras estos países continúan
encarando los problemas de las enfermedades infecciosas y la desnutrición,
también experimentan un rápido aumento en los factores de riesgo de las
enfermedades no transmisibles, como la obesidad y el sobrepeso, sobre todo en
los entornos urbanos.
Ø
No es raro encontrar la desnutrición y
la obesidad coexistiendo en el mismo país, la misma comunidad y el mismo hogar.
En los países de ingresos bajos y
medianos, es más probable que la nutrición prenatal, del lactante y del niño pequeño
sea inadecuada. Al mismo tiempo, los niños están expuestos a alimentos de alto
contenido calórico ricos en grasa, azúcar y sal y pobres en micronutrientes,
que suelen costar menos, pero también tienen nutrientes de calidad inferior.
Estos hábitos alimentarios, junto con un nivel inferior de actividad física,
dan lugar a un aumento drástico de la obesidad infantil, al tiempo que los
problemas de la desnutrición continúan sin resolverse.
El sobrepeso y la obesidad, así como las
enfermedades no transmisibles vinculadas, pueden prevenirse en su mayoría. Son
fundamentales unos entornos y comunidades favorables que permitan influir en
las elecciones de las personas, de modo que la opción más sencilla (la más
accesible, disponible y asequible) sea la más saludable en materia de alimentos
y actividad física periódica, y en consecuencia prevenir el sobrepeso y la
obesidad.
En el plano individual, las personas
pueden optar por:
Ø
limitar la ingesta energética procedente
de la cantidad de grasa total y de azúcares;
Ø
aumentar el consumo de frutas y
verduras, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos; y
Ø
realizar una actividad física periódica
(60 minutos diarios para los jóvenes y 150 minutos semanales para los adultos).
La responsabilidad individual solo puede
tener pleno efecto si las personas tienen acceso a un modo de vida sano. Por
consiguiente, en el plano social, es importante ayudar a las personas a seguir
las recomendaciones mencionadas, mediante la ejecución sostenida de políticas
demográficas y basadas en pruebas científicas que permitan que la actividad
física periódica y las opciones alimentarias más saludables estén disponibles y
sean asequibles y fácilmente accesibles para todos, en particular para las
personas más pobres. Un ejemplo de una política de ese tipo es un impuesto
sobre las bebidas azucaradas.
La industria alimentaria puede
desempeñar un papel importante en la promoción de dietas sanas del siguiente
modo:
Ø
reduciendo el contenido de grasa, azúcar
y sal de los alimentos procesados;
Ø
asegurando que las opciones saludables y
nutritivas estén disponibles y sean asequibles para todos los consumidores;
Ø
limitando la comercialización de
alimentos ricos en azúcar, sal y grasas, sobre todo los alimentos destinados a
los niños y los adolescentes; y
Ø
garantizando la disponibilidad de
opciones alimentarias saludables y apoyando la práctica de actividades físicas
periódicas en el lugar de trabajo.
Respuesta de la OMS.
En la "Estrategia Mundial OMS sobre
Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud", adoptada por la Asamblea
Mundial de la Salud en 2004, se describen las medidas necesarias para respaldar
las dietas sanas y la actividad física periódica. En la Estrategia se exhorta a
todas las partes interesadas a que adopten medidas a nivel mundial, regional y
local para mejorar las dietas y los hábitos de actividad física en la
población.
En la Declaración política de la Reunión
de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la Prevención
y el Control de las Enfermedades No Transmisibles, de septiembre de 2011, se
reconoce la importancia crucial de reducir la dieta malsana y la inactividad
física. En dicha Declaración se asume el compromiso de promover la aplicación
de la "Estrategia Mundial OMS sobre Régimen Alimentario, Actividad Física
y Salud", entre otros medios, según proceda, introduciendo políticas y
medidas encaminadas a promover dietas sanas y a aumentar la actividad física de
toda la población.
Asimismo, la OMS ha creado el Plan de
acción mundial para la prevención y el control de las enfermedades no
transmisibles 2013-2020, que tiene por objeto cumplir los compromisos de la
Declaración Política de las Naciones Unidas sobre las Enfermedades No Transmisibles,
que recibió el respaldo de los Jefes de Estado y de Gobierno en septiembre de
2011. El Plan de acción mundial contribuirá a realizar avances en nueve metas
mundiales relativas a las enfermedades no transmisibles que deben alcanzarse no
más tarde de 2025, incluidas una reducción relativa del 25% en la mortalidad
prematura a causa de dichas enfermedades para 2025 y una detención del aumento
de la obesidad mundial para coincidir con las tasas de 2010.
La Asamblea Mundial de la Salud acogió
con satisfacción el informe de la Comisión para acabar con la obesidad infantil
(2016) y sus seis recomendaciones a fin de dar respuesta al entorno obesogénico
y los periodos cruciales en el ciclo de vida de manera que se combatiera la
obesidad infantil. La Asamblea Mundial de la Salud de 2017 acogió
favorablemente el plan de aplicación destinado a orientar a los países en la
puesta en práctica de las recomendaciones de la Comisión.